Rueda colina abajo el humor,

porque me haces falta, y solo te desplomas,

donde solo se notan las heridas que marcan el pasado

como una cuenta atrás.

Para terminar rompiendo tu cuerpo en pedazos,

caminando en círculos y perdiendo tu vista de la mía.

Hay días que son precipicios,

precipicios sin forma de escapar,

saltando a tu cama, levitando de tu mano

y a dos metros bajo tierra sin ella, como un túnel lleno de fracasos.

A veces no hay nada que comunique

y dejas llamadas perdidas en cada indirecta,

para que al marcar tu número no falle, para que me pierda.

Como esa carta que nunca llegó,

porque sigo guardando los sellos sin pegar en el bolsillo de mi chaqueta y alguno debajo de la lengua.