El monstruo que comía helado en invierno.

Tuve miedo de abrazar muchas veces,
el invierno es un lugar extraño a mi lado,
no todo es lo que parece y las constantes se contraen,
crecen a arrítmicamente como lo son mis pulsaciones y al final pierdo por miedo a avanzar.
Tuve miedo de no saber querer bien,
a veces no se puede hacer nada cuando tienes el cerebro en blanco,
a veces no sé cómo actuar y menos cuando estás huyendo de ti mismo.
Ahora entiendo el sabor amargo del pude ser y no supe ser.
Ojalá supiese entenderme mejor en algunos momentos de mi historia,
pero supongo que soy así,
de viajar al lado de alguien y no saber cuándo dar la mano a tiempo aunque te la estén tendiendo para no soltar en un millón de años.
Ojala supiese ver más allá de los abrazos bajo la niebla y los besos en la nariz,
pero nunca he tenido el corazón preparado para latir a tan poca temperatura.
Me siento estúpido al no saber fluir a bajo cero.
Siento que viajar a tu lado es un placer demasiado sencillo,
no quiero otro invierno sin mí aunque haría lo posible por helarme a tu lado.
Redry
De mi libro «No quiero otro invierno sin mí».