Éramos votantes del partido que obligase a no poder echar de menos, de los que nunca gobiernan, de los que no tienen esperanzas de tener un presidente que erradicase tal tortura de domingo, de viajes sin echar la vista atrás o de despedidas con el pañuelo empapado de lágrimas.

Éramos los que se manifestaban pidiendo la sinceridad de sentimientos, los que no tenían miedo a reír en privado, ni a llorar ante un gran público, de los que no se ahogan en los ojos de nadie cuando la nostalgia invade desde la punta de los dedos.

Éramos de los que no tienen miedo al ridículo, los que sabían perder con los pies en el cielo y el orgullo a ras de suelo. Los que sabían decir te quiero como una virtud, de esas que no mata ningún miedo.
@Redry13