Han pasado más de diez años,
y sigo poniéndome esa camiseta de rayas.
Tiene dos o tres agujeros,
como los de tu olvido,
como los de mi recuerdo.
Gritando por dentro, pero tranquilo por fuera.

Igual dejaste con sed a la vida,
pero bebí en otro río,
Y río, porque cuando los años pasan, ríes,
mirando con recelo las fotos que sobreviven pegadas a la pared.
Fotos que guardan secretos que ya hemos olvidado.

Y la vida sigue, me ha tocado grapar dos folios,
como viajes en cuentagotas que nos quedan,
amenazando con caerse las hojas de las flores en Primavera.
El eco sordo volaba con la luz de una vela,
oliendo a quemado en un bosque
y pasando sed a dos milímetros de tus mejillas de cera.

Y las caídas durante todos los años de espera me llevan a escribir con rabia las notas musicales de un domingo, un domingo en el que aún llevo puesta tu camiseta.