Las aceras están enamoradas de tus pies, porque a cada paso que das estás más cerca de pisar con los dedos cada cráter de la luna. Me da vértigo cada uno de los espacios que se abren entre los dos, fantasmas que se esconden en todos esos rincones donde la fragilidad de dos cuerpos herméticos se hacían sonreír.
Me has desheredado de tus sentimientos y del tiempo entre los dos. No puedo ocultar los tropiezos de nuestros dedos andando por cada una de nuestras espaldas, la cuerda floja de la fragilidad.
No, el viento se lleva todas las hojas sin dejar nada escrito en ellas. Vamos a vivir el miedo.

Redry

De mi libro «No quiero otro invierno sin mí».