Viernes.
El principio del fin,
la tentación de decir, y no hacerlo,
de vacilar con el mar, que me ahogues
de apoyar sobre las mesa las ideas.

La siesta se queda lo mejor de lo que fuimos,
las sábanas el recuerdo que ya hemos olvidado,
el frío la marca de tus pies
y la almohada los besos antipáticos de resaca.
Ya es Domingo.

El fin de otro comienzo,
la perdición por haber dicho, el arrepentimiento,
de pasear por tus mensajes desiertos, sin interacción.
De ver llover bajo la tormenta de ideas una provocación.
Volvemos a empezar.