Eres los pies fríos de andar pisando charcos en una
tormenta de verano. Eres la cucaracha que mira al
techo en el suelo del sótano. Eres el caracol intentando
cruzar el paso de cebra, el ascensor que para en
todos los pisos menos en el tuyo. Eres un disparo de
gracia para aliviar otra muerte innecesaria, el caramelo
de menta que se olvida en el bolsillo.
Eres una frase de carpeta escrita en una clase de química.
Eres la mano que sale a refrescarse por la ventanilla
del coche a 100 kilómetros por hora, una señal de prohibido
el paso a niños en la puerta de un kiosco.
Eres el reflejo en las gafas de quien quieres besar, los
19 días en olvidarte de Sabina. Eres la foto que te
ahorras para degustar un paisaje y llevarlo siempre en
la memoria. Eres un trago con ansia a una cerveza
en medio de un desierto. Eres la llama del mechero
extinta en un concierto, la arena de playa escapándose
por las olas de debajo de tus pies, la nota musical
de un nuevo comienzo.
Eres la caja de música que suena sin abrirse, las ganas
de hablar contigo, eres mordiscos de mariposa en
vez de aleteos, la vibración del móvil en modo terremoto,
eres un orgasmo en silencio.

David Galán – Redry

De mi libro «Abrázame los monstruos».

Foto: @camillegphoto