No tengo tiempo para escribirte,
y me da miedo.
Paso de puntillas por tus constantes, para no hacer ruido,
a los pies de aquel banco, donde éramos.

Somos la oportunidad de tomarnos la última,
la última oportunidad de que el corazón caiga en el saco roto que cosiste,
y te lo lleves para siempre a ninguna parte.
O lo guardes en el fondo del armario.