El reto de los imposibles es a veces empezar a levantarse antes de caer, como una montaña dentro de un gran reloj de arena, escalando grano a grano hasta que te traga cada segundo en la profundidad.

Y eso eras, tiempo perdido.

Nos dijimos tanto, que tanto se convirtió en nada, y nada en todo. Y a veces eso era suficiente para saber que ya no habría jamás un nunca del que poder despedirnos.

Todo acaba, tú, yo. Nosotros. Todo está perdido antes de empezar.

Cuidado si alguien empieza a controlar el ritmo de tus pulsaciones, entregar tus constantes a quien te las altera es entregar tu vida, y no estamos como para regalar a un “para siempre” a una voz que apenas respira.

@Redry13