A ti. Y con eso se hubiese solucionado todo. Se hubiese solucionado todo lo que no te quiero decir, pero para no decir nada hay que pensarlo todo. Podríamos decir que se acaba lo que empieza, que ponemos una canción de fondo o que con el paso de las noches los pies se quedan más fríos, como si nadie hubiese ahí, al fondo de la cama, como si la soledad se hubiese apoderado de un metro cuadrado encima de un colchón, como si la vida se redujese a unos grados de temperatura quemando solo un poco más arriba, en el

Me debato entre la vida y ella, entre estación y estación, entre parada y parada. Me debato entre besarte y querer hacerlo, entre saltar a la vía en mitad del trayecto. Todavía hay quien vive con ganas de vivir, hay quien vive con ganas de volar, hay quien tiene ganas de volar para vivir en una caída en picado. Me debato entre convertir lágrimas en carcajadas, sigues siendo el dolor que me hace feliz. Todavía eres eternidad en cada pensamiento y en cada carrera de tus medias, una marea negra, un libro desierto, una sensación de libertad atada a los

Quédate, tengo miedo, quédate con cada explicación y con cada excusa que nunca salieron de tu boca, quédate con cada mentira que guardaron tus manos al tocarme el corazón. Quédate a dormir, aunque sepas que sin mí ya no puedes. Quédate a mi lado, sin mirar cada dos minutos el teléfono móvil, en tu lugar favorito del mundo, para sonreír al verme, para besarme en público y para llorarme en privado. Quédate susurrando, pero quédate. Quédate con los peligros de después del amor, para transformar los días en terciopelo y las noches en ganas de más, quédate para sumar y

Hay días en los que no sale nada bien y es mejor desconectar de todo, tropezar las veces que haga falta, caer desde lo más alto o buscar el pozo con más profundidad. Hay días que uno necesita perderse para encontrarse a si mismo aunque sea en el fondo de un charco. Hay días para caer en picado, para arrastrarse por los suelos y por alguien, hay días para perder el control, los estribos y un par de autobuses. Hay días para perder el tiempo, las ganas, las llaves y la dignidad con un mensaje. Hay días para saltar, gritar,

Diciembre es el último verso de otro capítulo de tu vida, un final inesperado, los últimos segundos de una cuenta atrás que seguirá hacía delante, un beso más, una repetición de estados de ánimo que chocan uno detrás de otro con la emoción de la primera vez. Diciembre es niebla por la mañana, por la tarde y a media noche, son dedos fríos debajo de los guantes y pensarse escribir ese mensaje antes de llegar a casa, son bufandas kilométricas y botas marcando huellas sobre la nieve. Diciembre es el invierno entrando por la puerta. Diciembre es un reencuentro, fin

A las líneas de tu mano se les ha olvidado decir que nos pasará mañana, me gustan los desastres, y a veces eso ya es suficiente, caer de uno en uno para no mancharte los zapatos con el olvido, y las ganas con el barro. Me has hecho perder los trucos de magia que tenia preparados para las tardes en el parque, y hoy he tenido dos sonrisas perdidas, una llamada en espera y un viaje rumbo hacia ninguna parte por culpa de tu mirada desde una ventana indiscreta. Hoy pierdo los papeles, las estaciones y las uñas, queriendo devorar

Hoy no tengo nada que perder, te deseaba desde el primer día que te vi. La impaciencia de estar siempre esperando era el mismo nudo en el estómago que decía muy bajito todas las noches “no llegues tarde otra vez”. Mientras, en la radio, sonaba esa melodía llena de melancolía que hacía confiar que todo saldría bien, con alguna lágrima que rompía, o una carcajada llena de miedo. Era una emoción distinta al tiempo, era un veneno que no quemaba, y una sensación que se preguntaba cada vez que te tenía delante “¿quién eres tú para no poder tocarnos?”. Eres

He saltado en charcos para salpicarme de ganas, he perdido aviones para aterrizar en tus manos, he confundido ser un accidente de tren con el único rumbo de tu invierno. He temblado de risa, pero todavía te quiero, he deshojado tréboles por tu suerte, por tu victoria, por el entierro de tus zapatos en una playa de piedras. He maltratado por ti mí tiempo. He anestesiado mis ganas para observarte perdido, he olido el mar vibrar, he sentido tu frío. Has desnudado palabras para no acabar en ruinas, has conquistado corazones para no merecer la primavera, has cruzado de ida

Sonreía en blanco y negro, y aún no quería darse cuenta de todo lo que sentía. Hacía tiempo que ya no eras un reto, eras una debilidad, con cada gesto pausado, con cada parpadeo, una subida de tensión, mi corriente interna. Quería burlar al tiempo, pasar las horas de dos en dos, acompañarte al infierno, apagar incendios de emoción, saber que si habías perdido el miedo a saber lo que querías y si yo era tu consuelo, dejar de usar la palabra “imposible” siendo perjudicial para la salud con el paso de los años. La posición perfecta del día era

Ellos pasean solos por las calles y de la mano por cráteres lunares. Ellos tienen la sensibilidad al alcance de la mano, sin tocarse. Ellos son la octava nota de una partitura sin sol en días nublados. Ella se pierde cada noche estrellada. Él conoce de memoria un mapa de cada constelación. Ellos provocan un universo infinito cada vez que se miran a los ojos. Ellos fingen en silencio que no les gusta esperar en los semáforos. Ellos cuentan historias para no dormir, pero se duermen. Él odia el invierno. Ella es demasiado fría. Ellos sobrevuelan en aviones de papel